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Channel: Medios – Claros en el bosque
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Cartas

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La lectura de esta columna de Helena Resano dedicada a las cartas de papel me ha hecho recordar una larga etapa de mi vida en que fui un prolijo corresponsal. Me ayudó a crecer y a conocerme a mí mismo y a otros, inclyendo a algunos con los que nunca llegué a tratar em persona. También trabaje de cartero durante un verano, uno de los trabajos más bonitos de mi vida, de esos trabajos de antes que tenían un sentido. He tenido suerte con eso: no he tenido que sufrir los trabajos basura.

El género epistolar, como es sabido, ha desaparecido prácticamente de nuestras vidas, el ritual de escribirlas, leerlas y la espera impaciente y emocionada de su llegada (¡niña, correo!) ya no forman parte de la experiencia ni del recuerdo de casi nadie. A la verdad, también su primer sustituto, el correo electrónico, está en vías de extinción: vivimos bajo el reinado del microtexto y de un tiempo acelerado que quemamos como si fuera pólvora.

La carta de papel, como el libro, era un medio lento y sensual. Literalmente: muchas veces, las cartas de amor se perfumaban, se cuidaba la elección de la textura del papel y su color (aún conservo cuartillas de papel tela, las últimas: ya no se fabrican) ; era frecuente encontrar hojas secas de alguna flor entre las de papel… Un medio cálido, cercano aún a los sentidos.

Cuando las repartía (aún existía el servicio militar obligatorio), sentía, al acercarme a la casa de algunas chicas con el novio, militar a la fuerza, lejos, el frufrú de sus movimientos discretos tras la ventana y un murmurado y nervioso «¡que viene, que viene, hoy trae carta!»…

Letter from Vermeer by Dasha Riley

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